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El guardian de mi hermano

6 jul 2022, 13:23

Querido lector, hace un par de días salí con una persona a la que creía conocer bien. Durante nuestra conversación de esa tarde, aprendí cosas que la otra persona asumió que yo sabía. Nada más lejos de la realidad. Si es cierto que no somos grandes amigos, y que las relaciones cercanas solo se forjan a través de la convivencia constante; también es cierto que estoy determinado a estrechar nuestra amistad, para ello debo ser accesible con mi tiempo y mostrar interés en no solo en lo que tenemos en común; también en lo que nos hace diferentes.

¿Por qué es importante tener buenas relaciones?

El ser humano es un animal primordialmente social. Si bien es cierto que algunos cuantos excepcionales funcionan mejor cuando están solos y sin distracciones; avanzando el conocimiento humano en órdenes-de-magnitud –O sea, un chingo– por sí mismos. Personajes como Newton, Leibniz, Einstein, Platon, Aristoteles; por nombrar algunos. La evidencia antropológica indica que sin nuestra habilidad para formar comunidades; como especie, nos habríamos extinguido hace mucho tiempo.

Todos dependemos de todos. Nuestra relación como seres humanos es simbiótica. O por lo menos debería serlo. Planear para futuras sociedades donde la pobreza y la inequidad sean inexistentes, requiere que nos demos cuenta de la importancia de los otros en nuestras vidas. Alguna vez, hablando sobre la importancia del bien común dentro de la sociedad, alguien me contestó “yo no quiero ser una hormiga”. Lo que me estaba diciendo es que no estaba dispuesto a rendir su voluntad para el beneficio de otros. ¿Egoísta? ¡Quizás!. Pero eso no es importante.

Lo importante es notar porque no hay justificación que pueda darle piernas a su argumento. Empecemos por lo más elemental. Biología. El tipo que “no quería ser una hormiga” obviamente está ignorando que él no fue creado de la costilla de otro ser vivo. Fue cargado en un vientre por una mujer durante 9 meses –o el término que haya sido–, después por lo menos 12 años de su vida dependiendo de la gentileza de otros seres humanos para subsistir.

Decir pues, “me niego a formar parte del círculo que me genero”, no es egoísta; es mezquino. Y no me refiero a reproducirse. Me refiero a simplemente participar del ciclo y buscar el bien común. Un segundo ejemplo de porque el bien común es necesario. Considera que el sujeto en cuestión incluye a su familia dentro del círculo de gente por la que sí está dispuesto a contribuir en algo. Si este sujeto vive en una sociedad donde la gente solo mira para dentro de sus casas. Y el ambiente de afuera es poco importante para ellos, el ambiente exterior puede tornarse inhóspito y hostil. Sacrificando así la seguridad debido a la ineptitud de un pensamiento retrógrada.

La historia de Caín y Abel, es una de las más importantes en la biblia. En uno de los pasajes, Dios le pregunta a Caín “¿Dondé esta tu hermano?”. A lo que Caín responde “No lo sé. ¿Acaso soy el cuidador de mi hermano?”. Es esta ligereza de actitud la que nos separa. Separo a Caín de Abel, y sigue separando hermanos hasta nuestros días.

Decir Sí, yo soy el protector de mi hermano. Es la actitud a la que debemos aspirar. Dejar de lado las buenas intenciones y empezar con buenas acciones. Empezar en casa siendo más considerado con nuestras parejas, hermanos, madres y padres. Después de todo, quien más se beneficia de reparar una relación rota, es aquel que está en una.

Algo igual de importante y que debes saber antes de empezar, es que las relaciones personales requieren de tiempo y dedicación. Cada una es diferente, pero lo que todas tienen en común, es que han de cambiar constantemente con el tiempo. Porque nadie es la misma persona que ha sido todo el tiempo. Tus relaciones personales tampoco pueden ser lo mismo todo el tiempo.

Gracias por acompañarme una vez más querido lector; como siempre te deseo que lo divino te llene de bendiciones a ti y a quienes amas, nos vemos la próxima.