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Lecciones por aprender

28 sept 2022, 13:50

Querido lector, el día de hoy voy a hacer algo diferente. Generalmente trato de escribirte desde mi zona de confort. Desde lo que sé, desde lo que puedo ver. Esto me garantiza saber que puedo aportar valor a tu día, quiero que sepas que no tomo a la ligera el tiempo que tomas para leer estas palabras. Y quiero que tu experiencia sea la mejor posible.

Voy a empezar por hacerte una confesión. El sábado pasado por fin empece a ver con cierta claridad el propósito de porque quiero escribir el libro que estoy escribiendo para vos. Y aunque me lleno de felicidad poder por fin tener claro lo que quiero con respecto del libro. También sentí un poco de vergüenza.

Este es un sentimiento que experimento constantemente cuando logro darme cuenta de algo, que a partir de ese momento pareciera evidente. Mi ego se autoflagela diciendo “¿Pero cómo no lo hemos visto antes?”.

Si bien esta vergüenza no me minimiza, si me hace sentir un poco inadecuado. Como si no fuese tan chingón como creo que soy. Y te he dicho antes que creo que soy muy chingón. No el más chingón. Pero sí de los más chingones. Como decía mi primer profesor de programación de la preparatoria “Si tienes que decidir entre ser el más chingón de los pendejos o el más pendejo de los chingones, escoge siempre el segundo”.

Si bien este sentimiento de vergüenza que antecede mi satisfacción solo sucede de vez en cuando, y no lo considero realmente un problema, aún así creo que lo debo trabajar. No quiero permitir que ninguna parte de mí se autoflegele. Ya me hice todo el daño mental y emocional que estoy dispuesto a soportar de mi mismo.

Creo —y es algo que hablaré en terapia en mi próxima sesión— que quiero sustituir esa acción de recriminación de mi ego por una de reconocimiento de mi capacidad de seguir creciendo. Es decir, la próxima vez que experimente esta sensación en lugar de que mi ego me recrimine lo mucho que me tarde en ver las cosas, quiero que me celebre diciendo “Wooow, mira esto. Tenemos la oportunidad de seguir creciendo”.

Querido lector, antes de seguir con la segunda parte que es diferente de este artículo, hablemos de lo que es similar a lo que escribo para ti. Hablemos de las lecciones aprendidas.

Lecciones aprendidas

El lunes al salir de terapia analice un poco las palabras que pronuncie dentro de la sesión. Algunas fueron las siguientes oraciones

  • Uno es el guardian de su hermano
  • Yo no soy redentor
  • Solo se da ayuda a quien quiere recibirla
  • Todo lo humano tiene límites
  • Me emputan las injusticias
  • Más que defender a los demás, debemos enseñarles a protegerse

Después recordé el libro el Alquimista de Paulo Cohelo. Cuando era niño ese libro me enseño que “Cuando deseas algo con todo el corazón el universo entero conspira a tu favor”. Pero uno aprende las lecciones que esta preparado para aprender. En ese momento, yo quería creer. Quería seguir justificando la ausencia de resultados presentes pensando en qué en el futuro el universo me iba a recompensar.

Ame ese libro con locura cuando era un joven adulto. Pero la persona que soy hoy sabe que la vida no funciona solo con desear cosas. Que hay un barranco muy profundo entre el que desea y lo que se desea. El día sábado me pidieron mi opinión sobre la frase “Fake it until you make it” —Finge hasta que lo logres—. Le dije a mi amiga que la frase operativa es “hasta que lo logres” —until you make it—. Pues básicamente la frase te invita que te arriesgues, pero también te dice que le tienes que chingar y lograrlo.

El mismo joven del libro el Alquimista —perdonaras el spoiler—, se la pasa rajandose la madre para alcanzar su destino. Una de las partes que más me gusto de ese libro fue cuando tiene que transformarse en viento.

Esta es la versión corta: Unos malos atrapan al Alquimista y al Joven en el desierto. El Alquimista convence a los malos de que no los maten. Les dice que el joven es un Alquimista que tiene la capacidad de transformase en viento y que el siguiente día les hará una demostración. Más tarde en las celdas, el joven le reprocha al Alquimista. “Que has hecho, nos van a matar. Yo no se transformarme en viento.” A lo que el Alquimista response “Te van a matar a ti. Yo sí se transformarme en viento”.

Lo que pasa después lo tienes que leer en el libro. No te lo quiero arruinar.

Desear esta bien. Chingarle para lograr lo que se desea es mejor.

Lecciones por aprender

Hace algunos meses, no puedo recordar con exactitud la fecha. Tuve una conversación con uno de mis amigos. Él estaba teniendo problemas emocionales. Cuando te emperras en el problema, este parece no tener solución y tus emociones se desbordan.

Trate de explicarle que lo que necesitaba hacer era removerse a sí mismo de la ecuación. Le dije textualmente “Solo necesitas abrir los ojos a la conciencia. La conciencia no es algo que tu creas, es algo que siempre está ahí. Vivimos con los ojos cerrados porque somos seres que van dormidos por el mundo. Pero cuando te tomas un tiempo para despegarte de los pensamientos, de las emociones, del entorno. Entonces es cuando reconoces que nada de eso tiene poder sobre ti. Es entonces cuando eres libre”.

Más tarde ese mismo día, me senté a meditar a la sombra de un árbol. En ese momento sentí como abrí los ojos por un instante a la conciencia. Y lo que ví es hasta el día de hoy impronunciable. Déjame te explico por que es impronunciable: No puedo poner en palabras las cosas que experimenté porque no conozco palabras para describir lo que experimenté; ergo, es impronunciable.

Lo que destilé es lo siguiente:

  • Sentí una profunda sensación de paz
  • Sentí como si algo me abrazara con una ternura paternal al verme cometer un error pendejo
  • Algo me dijo, te vez muy lindo tratar de explicar cosas que no entiendes. Sin burlarse de mi
  • Me quede con la sensación de que tengo muchas cosas que aprender. Y que debo seguir cuidándome de que no me den mareos al subirme a un escalón —O sea que no pretenda que soy el más chingón porque acabo de aprender algo muy simple—

Veras querido lector. Cuando era un joven adulto aprendí que si deseas algo con todo el corazón el universo conspira. Años después aprendí que existen abismos entre el que desea y lo que se desea. Que las acciones son más importantes que el deseo para alcanzar lo que se quiere. O como me decía mi abuela cuando era niño “A Dios rogando y con el mazo dando”.

Aprendí lo que pude aprender el libro de Paulo Cohelo. Y después aprendí más de otros libros y de mi experiencia.

Pero hoy, hoy quiero aprender a transformarme en viento –No literalmente–. La alegoría es “Tienes un problema: aprende a encontrar la solución al ver dentro de ti”. Así como el joven hablo con el viento, con la luna y con el sol, solo para darse cuenta de que la voz de Dios no es diferente de su propia voz. Así mismo quiero aprender a transformarme en viento.

No debes dejar de explorar, porque al final de tus viajes habrás de llegar al punto del que partiste y lo conocerás de nuevo por primera vez

— TS Elliot

Muchas gracias por estar aquí otra vez querido lector. Que el poder divino te colme de bendiciones a ti y a quienes te rodean.