Iaax Page

Primera carta a Dios

18 jun 2022, 12:00

Carta uno: De rendición.

Vengo a rendir mi voluntad ante vos. Y mira que no escribo esto a la ligera. Tu en tu infinita omnipresencia, sabes de antemano cuáles son mis debilidades. Pero, este es un ejercicio en el que quiero ser sincero. Sincero con vos y conmigo mismo.

Yo no he sido digno de que entres en mi casa. He usado tu nombre en vano. He cuestionado tus motivos, y en más de una ocasión me he declarado infiel. No voy a justificarme ahora detrás del dolor que sentí. No he de negar la parte que me toca en todo esto. Después de todo he aceptado que no me toca a mi ser Dios.

Quiero decirte, oh magnífico creador, que estoy avergonzado de mis ofensas en tu contra. Se que desde tu punto de vista deben parecer arrebatos infantiles. Sin embargo, en el momento en el que las he cometido, he sentido rabia en forma profunda y eso tampoco lo voy a negar. Te ofrezco hoy una disculpa por mis arrebatos del pasado. Sigo sin entender los porqués de tus misterios, más he dejado de preguntarme cosas que no puedo responder.

En todo el tiempo que he estado distanciado de ti también he podido sentir que no me has abandonado; y que tu gracia me ha seguido bendiciendo, a pesar de mis atropellos. Es difícil ver cuando se tienen los ojos cerrados, pero es más difícil vivir cuando se cierra uno del corazón. Yo he pecado de ambos actos. He cerrado mis ojos a tu voluntad y tus regalos; y he cerrado mi corazón a tu bondad cuando se me ha extendido.

Y a pesar de lo absurdo de estos pensamientos y de lo ridículo de algunas de mis acciones; como lo escribiese Joseph Campbell; hoy regreso a tí. Acepto que lo que me ha traído hasta este lugar no es suficiente para llevarme a donde quiero estar. Vengo con una confianza plena en mí mismo y mis capacidades, a decirte que entiendo que no soy nada sin tu luz.

Vengo a rendir mi voluntad ante la tuya y poner de manifiesto que ahora comprendo que mi misión es servir como instrumento de tu luz. En el momento de escribir estas líneas, no puedo evitar pensar en mi abuela. Ella siempre te adoro. Cualquier cosa que sea digna de rescatar de mí, es muy probable que ella sea la responsable de que eso esté ahí en primer lugar.

Ella que me rescato, ella que me enseño crío con los valores que más atesoro. Ella era una expresión de tu amor por mí. Ella era la forma en la que me bañaste con tu luz y me salvaste. Y yo como pendejo buscando pruebas de ti en cualquier otro pinche lugar, y de cualquier otra pinche forma.

Pero como mi abuela decía “El pan ajeno hace al hijo bueno”. Así mismo hube de andar por mil caminos, y todos me llevaron al lugar en el que ahora estoy. El lugar en el que siempre debí estar.
 Con el corazón abierto, y sirviendo a tu voluntad. Yo se que no he sido digno de que entres en mi casa. Pero siento un eco de tu voz dentro de mi alma, un eco que no alcanzo a distinguir con claridad. Aun así sigo buscando tu voz, pues sé que solo una palabra tuya ha de bastar para sanarme.

Gracias por acompañarme una vez más querido lector; como siempre te deseo que lo divino te llene de bendiciones a ti y a quienes amas, nos vemos la próxima.